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HISTORIAS

“EL DESTAPE” ESPAÑOL, O EL SEXO COMO CATARSIS COLECTIVA

El país ibérico fue una especie de olla a presión durante cuatro décadas. Soñaba con libertades que no tenía, con escorts llegadas de Holanda, con libros sin censura previa ni posterior. Una férrea dictadura obstruía todo.

Pero el tiempo es implacable. En 1975, el supremo sostenedor de una represión cultural (y no solo cultural) pocas veces vista, pasó a mejor vida. Si bien no estuvo nada mal la que disfrutó como autócrata de su país.

En cuestión de meses, hubo un cambio político dramático. Tanto que ni los guionistas de “House of Cards” podrían haberlo imaginado. Y el dispositivo represor implotó. Comenzaron a soplar otros aires.

Giro a 180 grados

Finalmente, la tapa de la olla a presión voló por los aires. Con el Rey Juan Carlos I como Jefe de Estado, y Adolfo Suárez como Presidente del Gobierno, amanecieron las libertades públicas. Todo cambió, especialmente la oferta de erotismo en los consumos culturales.

El cine español pasó a ser un hervidero de senos y traseros expuestos, situaciones “picantes”, con muchas “starlets”, casi escorts cinematográficas, desprovistas de ropa, el 90% de su tiempo en pantalla. Poblaron las fantasías eróticas de (al menos) la mitad de la península, y se convirtieron en celebridades de cabotaje. Aunque en algunos casos tuvieron cierta trascendencia fuera de España, pero no demasiada.

Es que su osadía sexual, bastante impostada y exagerada, a veces hasta el ridículo, parecía un poco ingenua en el resto de Europa (en especial para los países bajos) y buena parte de América. No fue un “producto de exportación”, precisamente, pero sí de análisis sociológico, incluso más allá de sus fronteras.

“Capocómicos” malhablados, escorts de Holanda, y revistas “atrevidas”

Los cines, los quioscos y las librerías se poblaron de imágenes de las siempre desnudas “musas del destape”. Era una variopinta selección de mujeres hermosas. Sus nombres resonaban en todas partes: María José Cantudo, Blanca Estrada, Victoria Vera, Nadiuska, María Luisa San José, Susana Estrada, Victoria Abril (luego una de las mejores “chicas Almodovar”) Bárbara Rey (en la foto que ilustra este artículo) Silvia Tortosa, Eva Lyberten… Fueron sinónimo del erotismo “a la española” que inundó el cine, contagió a la televisión, y también los impresos. No podía compararse al del resto de Europa, principalmente al de los países bajos y sus escorts de Holanda.

Además de un aluvión de revistas destinadas pura y exclusivamente a mostrar desnudos de mujeres (y de algunos hombres o parejas en actitudes sexis) el semanario Interviú marcó la época.

Fue la primera publicación periodística que puso mujeres semidesnudas en su portada. Tenía un particular estilo (inspirado vagamente en algunas publicaciones inglesas) que bien podía definirse como “amarillo”, o sensacionalista. Pero supo combinarlo muy bien con estupendas investigaciones y profundos reportajes. Eso le dio una buena fama nunca opacada por los desnudos de sus portadas y sus láminas centrales.

Cine y revistas “destapados”

Como dijo el director del editor “Grupo Z”, Antonio Asensio, cerebro de la editorial y de la publicación: “A los españoles les faltaba sexo, les dimos sexo. Les faltaba claridad, y les dimos la libre expresión de los columnistas. Era un traje a la medida. Era un cóctel. Pero no molotov”. Se publicó entre 1976 y hasta su cierre en 2018, cuando ya era una venerable reliquia del pasado. Igual, conservaba su prestigio.

Pero el mayor exceso de “destape” fue en el cine. Solo en 1976, el 50% de las películas producidas y estrenadas eran de alto contenido erótico. Y a la vez, con poca calidad y mínimos presupuestos. A veces, sin ninguna justificación, se mostraban desnudos casi siempre femeninos, y muchos de estos films fueron enormes éxitos comerciales. Estaban generalmente interpretados en sus papeles masculinos por Andrés Pajares y Fernando Esteso, especialistas en comedias humorísticas de trazo muy grueso.

En menos de 10 años, bajó la espuma, y la pasión por los desnudos gratuitos se aplacó hasta desaparecer. Hoy, el “destape” está siendo revisitado con películas “de época” y estudios de psicología social, por haber sido un periodo único e irrepetible.